3. EL MERCADO DE LOS BIENES SIMBOLICOS
Dos lógicas económicas.
Las estrategias de los productos se reparten en dos limites:
Sede de coexistencia antagónica de modos de producción y circularon que obedecen a lógicas inversas.
Por un lado, la economía anti–económica del arte puro, basado en el desinterés y rechazo de lo comercial y del beneficio económico a corto plazo, dicha producción no puede reconocer mas demanda que la que es capaz de producir ella misma pero solo a largo plazo, esta orientada hacia la acumulación del capital simbólico. Por el otro, la lógica económica de las industrias literarias y artísticas que al convertir el comercio de bienes culturales en un comercio como los demás, otorgan prioridad a la difusión, al éxito inmediato y temporal, se limitan a ajustarse a la demanda preexistente de la clientela.
Una empresa esta mas cerca del polo comercial cuanto mas directa o mas completamente los productos que oferta en el mercado responden a una demanda preexistente y dentro de unas formas preestablecidas.
Duración del ciclo de producción.
– Empresas de ciclo de producción corto: Tratan de minimizar los riesgos a través de ajuste anticipado a la demanda identificable, dotadas de circuitos de comercialización y de recursos de promoción. Pensados para garantizar el reintegro acelerado de los beneficios mediante una circularon rápida de productos condenados a una obsolencia rápida.
– Empresas de ciclo de producción largo: Basado en la acepción del riesgo inherente a las inversiones culturales y sobre todo el acercamiento de las leyes a las inversiones culturales, sobre todo en el acercamiento de las leyes especificas del comercio del arte.
En el caso de un éxito mediano a corto plazo, una vez restados los gastos de fabricación, los derechos de autor y los gastos de difusión, le queda el 20% del precio de venta al editor. Pero cuando un libro prolonga su carrera mas allá del primer año y entra en el fondo constituye una reserva financiera que proporciona las bases de una previsión y de una política de inversiones a largo plazo.
Una editorial que entra en la fase de expoliación del capital simbólico acumulado hace que coexistan dos economías diferentes, una orientada hacia la producción y la investigación, la otra orientada hacia la explotación del fondo y la difusión de los productos consagrados.
Galerías de arte:
Las galerías de venta, como Beaubourg, exponen una selección relativamente ecléctica de pintores de épocas, escuelas y edades muy diversas. Las cuales pueden encontrar compradores al margen de los coleccionistas profesionales o semiprofesionales. Un mercado donde los precios son mas elevados que en las galerías de vanguardia.
Efrath Bouana
Jean–Louis Nehlich
Radha Ramyar
Por el contrario las galerías que como Sonnabend, Denise Rene o Durand–Ruel, hacen época en la historia de la pintura porque cada una en su momento supo agrupar una escuela, se caracterizan por una toma de posición sistemática.
Robert Rauschenberg
Jasper Johns
Jim Dine
Roy Lichtestein
Tom Wesselman
James Rosenquist
Andy Warhol
Victor Vasarely
Max Bill
Dos modos de envejecimiento.
De los productores y de los productos
El éxito simbólico y económico de la producción del ciclo largo depende de la acción de unos cuantos descubrimientos, de los autores y de los críticos que hacen la editorial otorgándole su confianza, también del sistema de enseñanza, único capaz de ofrecer a largo plazo un público adicto.
Mientras la acogida de los productos llamados comerciales es independiente del nivel institucional de sus receptores, las obras puras solo son accesibles a consumidores dotados de la disposición y la competencia, que es la condición necesaria para su valoración.
Los críticos de vanguardia están obligados a entrar en los intercambios de certificados de carisma que los convierten a menudo en los portavoces, empresarios, de los artistas y de su arte. Instancias como las academias o los cuerpos de conservadores de museos tienen que combinar la tradición y la innovación moderada en la medida en que su jurisprudencia cultural se ejerce sobre unos contemporáneos.
El capital económico solo puede proporcionar los beneficios específicos ofrecidos por el campo y al mismo tiempo los beneficios económicos que a menudo estos responderán a largo plaza, si se reconvierte en capital simbólico. La única acumulación legitima tanto para el autor como para el critico consiste en hacerse un nombre, un nombre conocido y reconocido, capital de consagración que implica un poder de consagrar objetos o personas, por lo tanto de otorgar un valor y de sacar los beneficios correspondidos a esta operación.
El comercio de arte puro pertenece a la categoría de las practicas en las que sobrevive la lógica de la economía pre capitalista.
La ambigüedad profunda del universo del arte es lo que provoca que por un lado los recién llegados carentes de capital puedan imponerse en el mercado reivindicando unos valores en nombre de los cuales los dominantes ha acumulado su capital simbólico; por el otro, tan solo aquellas que saben contar y contemporizar con las imposiciones económicas inscritas en esta economía negada puedan cosechar los beneficios simbólicos e incluso económicos de sus inversiones simbólicas.
Las diferencias que separan las pequeñas empresas de vanguardia de las grandes empresas se superponen en aquellas que sepan hacer en cuanto a los productos, entre lo nuevo provisionalmente carente de valor económico, lo viejo devaluado, y lo antiguo o lo clásico dotado de un valor económico constante o creciente; o también aquellas que se establecen en cuanto a los productores, entre la vanguardia integrada principalmente por jóvenes, los autores o los artistas acabados o superados y la vanguardia consagrada, los clásicos.
Hacer época.
El privilegio concedido a la juventud y a los valores de originalidad y de cambio a los que va asociada no puede comprenderse del todo a partir de la relación entre artistas y burgueses; expresa también la ley especifica del cambio del campo de producción, esta condenada a las instituciones, las escuelas, las obras y a los artistas que han hecho época a sumirse en el pasado, convertirse en clásicos o en descatalogados, a encontrarse relegados fuera de la historia o a pasar a la historia.
Land art
El envejecimiento les llega a las empresas y a los autores cuando permanecen adscritos a modos de producción que sobre todo hicieron época, están inevitablemente datados; cuando permanecen encerrados en esquemas de percepción o de valoración que impiden aceptar o percibir la novedad.
La propia lucha es lo que hace la historia del campo. Hacer época significa hacer existir una nueva posición mas allá de las posiciones establecidas, por delate de estas posiciones, en vanguardia, e introduciendo la diferencia, producir el tiempo.
Op art
A los recién llegados no les queda otro recurso que remitir continuamente al pasado. El campo del presente no es mas que otro nombre del campo de las luchas, lo que demuestra que cada autor del pasado continúe presente en la medida exacta en que todavía siga resultando evidente.
La lógica del cambio.
Los autores consagrados que dominan el campo de producción tienden a ir imponiéndose poco a poco en el mercado. Las estrategias contra su dominación apuntan y siempre alcanzan a los consumidores distinguidos de sus productos distintivos. Imponer en el mercado en un momento determinado un producto nuevo.
El movimiento a través del cual el campo de producción se temporaliza constituye también a definir la temporalidad de los gustos, un gusto jerarquizado socialmente.
Marcel Duchamp
Vasili Kandinsky
Arshile Gorky
Juan Gris
Homologías y efectos de armonía preestablecida.
Debido a que todos se organizan entrono a la misma oposición fundamental en lo que se refiere a la relación con la demanda, la de lo comercial y de lo no comercial, los campos de producción y de difusión de las diferentes especies de bienes culturales (pintura, teatro, literatura, música) son entre ellos estructural y funcionalmente homólogos y mantienen una relación de homología estructural con el campo del poder donde se concentra la mayor parte de su clientela.
La oposición entre el arte y el dinero es el principio generador de la mayoría de los juicios que en materia de teatro, cine, pintura, literatura, pretenden establecer la frontera entre lo que es arte y lo que no es, entre el arte burgués y el arte intelectual, entre el arte tradicional y el arte de vanguardia.
La homología estructural y funcional entre el espacio de los autores y el espacio de los consumidores y la correspondencia entre la estructura social de los espacios de producción y las estructuras mentales que autores, críticos y consumidores aplican a los productos, es lo que fundamenta la coincidencia que se establece entre las diferentes categorías de obras ofertadas y las expectativas de las diferentes categorías de publico.