viernes, 25 de octubre de 2013

La condicion postmoderna - Jean-Francois Lyotard

LA CONDICION POSTMODERA

Introducción:

La ciencia no se reduce a enunciar regularidades útiles y busca lo verdadero, debe legitimar sus propias reglas del juego y así mantiene sobre su propio estatuto un discurso de legitimación.

Cuando ese metadiscurso recurre a tal o tal otro gran relato, la emancipación del sujeto razonante o trabajador, se decide llamar moderna a la ciencia que se refiere a ellos para legitimarse. Se tiene por postmodernidad la incredulidad con respecto a los metarelatos.

La sociedad parte menos de una antropología newtoniana y mas de una pragmática de las particularidades lingüísticas. Hay muchos juegos de lenguaje deferentes, es la heterogeneidad de los elementos. Solo dan lugar a una institución por capas, es el deternismo local.

Los decidores intenta adecuar esas nubes de sociabilidad a matrices de input/output, según una lógica que implica la conmensurabilidad de los elementos y de la determinabilidad del todo. Su legitimación seria optimizar las actuaciones del sistema, la eficacia.

El saber posmoderno no es solo el instrumento de los poderes]; hace mas útil nuestra sensibilidad ante la diferencia y fortalece nuestra capacidad de soportar lo inconmensurable. No encuentra su razón en la homología de los expertos, sino en la paralogia de los inventores. 

El campo: el saber en las sociedades informatizadas.

El saber cambia de estatuto al mismo tiempo que las sociedades entran en la edad llamada postindustrial y las culturas en la edad llamada postmoderna.
 
El saber científico es una clase de discurso, se apoya en el lenguaje.

El saber se encuentra en dos principales funciones: la investigación y la transformación de conocimientos. Todo lo que en el saber construido no es traducible será dejado de lado, la orientación de las nuevas investigaciones se subordinara a la condición de traductibilidad de los eventuales resultados a un lenguaje de maquina.

Los productores del saber y sus utilizadores deben poseer los medios de traducir a estos lenguajes lo que buscan, inventar y poseer.

Con la hegemonía de la informática se impone una cierta lógica y por lo tanto un conjunto de prescripciones que se referirán a los enunciados aceptados como de saber. Por consiguiente se puede esperar una potente exteriorización del saber con respecto al sabiente.

El saber es producido para ser vendido, es consumido para ser valorado en una nueva producción: para ser en los dos casos. Deja de ser en si mismo su propio fin y pierde su valor de uso.

El saber se ha convertido en la principal fuerza de producción, lo que ha modificado la composición de las poblaciones activas de los países mas desarrollados y es lo que constituye el principal embudo para los países en vías de desarrollo.

En su forma de mercancía informacional indispensable para la potencia productiva, el saber ya es un evite mayor, quizá el mas importante, en la competición mundial por el poder.

La mercantilización del saber no podrá dejar intacto el privilegio que los estados-naciones modernos detentaban y detentan aun en los que concierne a la producción y difusión de conocimientos. La idea de que estos parten de ese cerebro de la sociedad que es el estado se volverá mas y mas caduca a medida que se vaya reforzando el principio inverso según el cual la sociedad no existe y no progresa mas que si los mensajes circula son ricos en informaciones y fáciles de decodificar.

El estado empezará a aparecer como un factor de opacidad y de ruido para unas ideologías de la transparencia comunicacional, la cual va a la par con la comercialización de los saberes.

La transformación de la naturaleza del saber puede tener sobre los poderes públicos establecidos un efecto de reciprocidad tal que los obligue a reconsiderar sus relaciones de hecho y de derecho con respecto a las grandes empresas y mas en general con la sociedad civil. 

El problema: la legitimación.

Sea una ley civil: se dicta: tal categoría de ciudadanos debe realizar tal tipo de acción. La legitimación es el proceso por el cual un legislador se encuentra autorizado a promulgar esa ley como una norma.

La legitimación es el proceso por el cual un legislador que se ocupa del discurso científico está autorizado a prescribir las condiciones convenidas  para que un enunciado forme parte de ese discurso, y pueda ser tenido en cuenta por la comunidad científica.

Desde Platón la cuestión de la legitimación de la ciencia se encuentra indisolublemente relacionada con la de la legitimación del legislador. El derecho a decidir lo que es verdadero no es independiente del derecho a decidir lo que es justo, incluso si los enunciados sometidos respectivamente a una u otra autoridad son de naturaleza diferente. 

Examinando el actual estatuto del saber científico, se constata que incluso cuando este último parecía más subordinado que nunca a las potencias, y con las nuevas tecnologías se expone a convertirse en uno de los principales elementos de sus conflictos, la cuestión de la doble legitimación, no puede dejar de plantearse con mayor intensidad. Se plantea en su forma más completa, la de la reversión.

El método: los juegos del lenguaje.

Cada una de las diversas categorías de enunciados debe poder ser determinada por reglas que especifiquen sus propiedades y el uso que de ellas se pueda hacer.

Tres observaciones deben hacerse a propósito de los juegos de lenguaje.

La primera es que sus reglas no tienen su legitimación en ellas mismas, sino que forman parte de un contrato explícito o no entre los jugadores.
 
La segunda es que a falta de reglas no hay juego, que una modificación incluso mínima de una regla modifica la naturaleza del juego, y que una jugada o un enunciado que no satisfaga las reglas no pertenece al juego definido por éstas.

La tercera observación acaba de ser sugerida: todo enunciado debe ser considerado como una jugada hecha en un juego.

Hablar es combatir, en el sentido de jugar,  los actos de lenguaje se derivan de una agonística general. Eso no significa necesariamente que se juegue para ganar. Se puede hacer una jugada por el placer de inventarla.

La invención continua de giros, de palabras y de sentidos que, en el plano del habla, es lo que hace evolucionar la lengua. Hasta ese placer no es independiente de un sentimiento de triunfo, conseguido al menos sobre un adversario, la lengua establecida, la connotación.

La naturaleza del lazo social:

La alternativa moderna.

La sociedad forma un todo funcional, está dividida en dos. Se puede ilustrar el primer modelo con el nombre de Talcott Parsons y de su escuela; el otro con la corriente marxista; por diferentes que sean entre sí, admiten el principio de la lucha de clases, y de la dialéctica como dualidad que produce la unidad social.

La idea de que la sociedad forma un todo orgánico, a falta del cual deja de ser sociedad, dominaba el espíritu de los fundadores de la escuela francesa; se precisa con el funcionalismo; toma otra dirección cuando Parsons en los años 50 asimila la sociedad a un sistema auto-regulado.

El modelo teórico e incluso material ya no es el organismo vivo, lo proporciona la cibernética que multiplica sus aplicaciones durante y al final de la segunda guerra mundial.

En Parsons, el principio del sistema optimista: corresponde a la estabilización de las economías de crecimiento y de las sociedades de la abundancia bajo la égida de un welfare state moderado.

En los teóricos alemanes de hoy,  la armonía de las necesidades y las esperanzas de individuos o grupos con las funciones que asegura el sistema sólo es un componente adjunto de su funcionamiento; la verdadera fiabilidad del sistema es la optimización de la relación global de sus input con sus output.

La sociedad es una unicidad; lo que Parsons formula claramente: La condición más decisiva para que un análisis dinámico sea válido, es que cada problema se refiera continua y sistemáticamente al estado del sistema considerado como un todo.

Esta idea es también la de los tecnócratas; de ahí su credibilidad: al contar con los medios para hacerse realidad, esa credibilidad cuenta con los de administrar sus pruebas. Lo que Horkheimer llamaba la paranoia de la razón.

La teoría tradicional  está bajo la amenaza de ser incorporada a la programación del todo social como un simple útil de optimización de las actuaciones de ese último, porque su deseo de una verdad unitaria y totalizadora se presta a la práctica unitaria y totalizante de los gerentes del sistema.

La teoría crítica se apoya en un dualismo de principio y desconfía de síntesis y reconciliaciones, debe de estar en disposición de escapar a ese destino. Pero es un modelo diferente de la sociedad, el que guía al marxismo. Nace con las luchas que acompañan al asedio de las sociedades civiles tradicionales por el capitalismo.

En los países de gestión liberal o liberal avanzada, la transformación de esas luchas y sus órganos en reguladores del sistema; en los países comunistas, el retorno, bajo el nombre de marxismo, del modelo totalizador y de sus efectos totalitarios, con lo que las luchas en cuestión quedan privadas del derecho a la existencia.

La base social del principio de la división, la lucha de clases, se difuminó hasta  perder toda radicalidad,  expuesto al peligro de perder su estabilidad teórica y reducirse a una utopía.

No se puede saber lo que es el saber, qué problemas encaran hoy su desarrollo y su difusión, si no se sabe nada de la sociedad donde aparece.  No se puede decidir que el papel fundamental del saber es ser un elemento indispensable del funcionamiento de la sociedad y obrar en consecuencia adecuadamente, más que si que se trata de una máquina enorme.

A la inversa, no se puede contar con su función crítica y proponerse orientar su desarrollo y difusión en ese sentido más que si se ha decidido que no forma un todo integrado y que sigue sujeta a un principio de contestación. La alternativa parece clara, homogeneidad o dualidad intrínsecas de lo social, funcionalismo o criticismo del saber, pero la decisión parece difícil de tomar, o arbitraria.

Distinguiendo dos tipos de saber, uno positivista que encuentra fácilmente su explicación en las técnicas relativas a los hombres y a los materiales, que se dispone a convertirse en una fuerza productiva indispensable al sistema, otro crítico, reflexivo o hermenéutico, que al interrogarse directamente o indirectamente sobre los valores o los objetivos, obstaculiza toda.

La perspectiva postmoderna.

El redespliegue económico en la fase actual del capitalismo, ayudado por la mutación de técnicas y tecnologías, marcha a la par, con un cambio de función de los Estados: a partir de ese síndrome se forma una imagen de la sociedad que obliga a revisar seriamente los intentos presentados como alternativa.

Las funciones de regulación y de reproducción, se les quitan más y más a los administradores y serán confiadas a autómatas.

La clase dirigente es de los decididores. Deja de estar constituida por la clase política tradicional, para pasar a ser una base formada por jefes de empresa, altos funcionarios, dirigentes de los grandes
organismos profesionales, sindicales, políticos, confesionales.

La Comisión Tricontinental no es un polo de atracción popular. Las identificaciones con los grandes nombres, los héroes de la historia actual, se hacen más difíciles. 

De esta descomposición de los grandes Relatos, se sigue eso que algunos analizan como la disolución del lazo social y el paso de las colectividades sociales al estado de una masa compuesta de átomos individuales lanzados a un absurdo movimiento browniano. Lo que no es más que una visión que nos parece obnubilada por la representación paradisíaca de una sociedad orgánica perdida.

El sí mismo es poco, pero no está aislado, está atrapado en un cañamazo de relaciones más complejas y más móviles que nunca. Joven o viejo, hombre o mujer, rico o pobre,  situado sobre nudos de circuitos de comunicación. Nunca está, ni siquiera el más desfavorecido, desprovisto de poder sobre esos mensajes que le atraviesan al situarlo, sea en la posición de destinador,  de destinatario, o de referente. Su desplazamiento con respecto a esos efectos de los juegos de lenguaje es tolerable dentro de ciertos límites y es suscitado por las reglas y sobre todo por los reajustes con los que el sistema se provee con el fin de mejorar sus actuaciones.

El sistema puede y debe estimular esos desplazamientos en tanto que lucha contra su propia entropía, una novedad correspondiente a una jugada inesperada y al correlativo desplazamiento de tal compañero de juego o de tal grupo de compañeros a los que implique.

Los juegos de lenguaje son, por una parte, el mínimo de relación exigido para que haya sociedad, por otra parte, en una sociedad donde el componente comunicacional se hace cada día más evidente a la vez como realidad y como problema.

Los mensajes están dotados de formas y de efectos muy diferentes, según sean, denotativos, prescriptivos, valorativos, performativos, etc. No sólo funcionan en tanto que comunican información.

Los átomos que forman la materia son en cualquier caso competentes con respecto a esos enunciados.
La teoría de la información en su versión cibernética trivial deja de lado el aspecto agonístico. Los átomos están situados en cruces de relaciones pragmáticas, pero también son desplazados por los mensajes que los atraviesan, en un movimiento perpetuo.

Lo que se precisa para comprender las relaciones sociales, no es únicamente una teoría de la comunicación, sino una teoría de los juegos, que incluya a la agonística en sus presupuestos.

Una institución siempre difiere de una discusión en que requiere limitaciones suplementarias para que los enunciados sean declarados admisibles en su seno. Esas limitaciones operan como filtros sobre la autoridad del discurso, interrumpen conexiones posibles en las redes de comunicación, privilegian determinadas clases de enunciados.

El límite que la institución opone al potencial del lenguaje en jugadas nunca está establecido. Es más bien ella misma el resultado provisional y el objeto de estrategias de lenguaje que tienen lugar dentro y fuera de la institución.

Si los límites de la antigua institución se desplazan. Recíprocamente, se dirá que las instituciones no se estabilizan mientras no dejan de ser un envite.
 

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